
A finales de los 60 y hacia el momento de aprobación de la Ley General de Educación (LGE), se acentuaron los movimientos de oposición que involucraron a docentes depurados y sancionados. Estos movimientos, inicialmente débiles debido a la represión, ganaron fuerza con el apoyo de trabajadores y sectores como el obrero. La protesta por mejores condiciones laborales y salariales se intensificó en los años 70, destacando huelgas y movilizaciones contra la LGE y las políticas salariales. El movimiento docente, unido al resto de movimientos sociales surgidos, fueron clave en el proceso de transición hacia un régimen democrático, siendo ejemplo de reivindicación y lucha por sus derechos.