Este texto se centra en las corporaciones locales y en su trascendente labor de extensión y consolidación del proceso democratizador en el plano municipal. En este sentido, la primavera de 1979 representó uno de los momentos clave de la Transición en tanto que, tras casi dos años de paradójica convivencia entre unas Cortes Generales elegidas por sufragio universal y unos consistorios constituidos de acuerdo con la legislación franquista y los principios de la democracia orgánica, en el mes de abril se celebraron las primeras elecciones para la renovación de los concejales, que en términos generales marcaron un punto de inflexión en la vida de los pueblos y las ciudades del país. Por ese motivo, la autora atiende a los resultados de dichos comicios y, más en concreto, a la composición de los ayuntamientos surgidos del escrutinio de las urnas, en los que el establecimiento de pactos postelectorales, sobre todo entre las fuerzas de la izquierda, fue determinante.
Nuevos ayuntamientos para nuevos tiempos
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