Este trabajo es parte de la Tesis de la autora, dedicada a las mujeres católicas del siglo XX, y en especial a cinco figuras que lideraron diferentes empeños políticos, desde el carlismo tradicionalista al comunismo. De ellas, una destaca por su dimensión internacional y su larga trayectoria de compromiso social y político: Pilar Bellosillo. Formó parte de lo que se llamó el grupo de las «madres del concilio», en total 23. De las dos españolas, una era Bellosillo, fundadora de Manos Unidas y de la Campaña contra el Hambre en el mundo.La representación femenina en el Concilio Vaticano II refleja la imagen que tenían los hombres de Iglesia de entonces. Hay un matrimonio nada más del que sólo habla en el aula conciliar el marido. Marie Louise Monnet, francesa, fue la primera mujer en la historia que entraba en una congregación conciliar. El criterio para la elección de mujeres aseguró la máxima representación, a través de las confederaciones internacionales de asociaciones femeninas. El intento de separación por sexos, en los intermedios de las sesiones, fracasó por el deseo de ambas partes de intercambiar y colaborar.
A pesar del empeño de los laicos, las auditoras fueron eso: oyentes. No se les dejó hablar en el aula, aunque sí lo hicieron en las comisiones por temas y por lenguas. Sin embargo, a varios varones laicos, a pesar de ser «oyentes», se les permitió hablar en el aula conciliar.
Se propuso a Pablo VI dar la palabra a «una auditora al final del debate del esquema XIII». En la discusión de los cardenales moderadores con el papa, se citó el texto paulino: «que las mujeres callen en las asambleas». La respuesta fue: «Se acepta el principio de la intervención de un laico sobre este esquema, pero se pide que lo haga un auditor, y no una auditora».
El concilio no fue una ocasión perdida para las mujeres porque ganaron visibilidad mundial y las 23 «madres del Concilio» no callaron. En 1973, el papa creó una Comisión de Estudio sobre la Mujer en la Sociedad y en la Iglesia, con motivo del Año Internacional de las Mujeres. Hubo problemas de contenido y metodológicos. Se llegó a un informe final que ignoraba la nota de una minoría de integrantes (cinco, entre las que estaba Pilar Bellosillo). En la misma, se pedían razones teológicas para excluir de los ministerios ordenados a las mujeres. La Comisión fue disuelta.
