Las huelgas que durante 1976 y principio de 1977 tuvieron lugar en el sector de la pesca en la capital almeriense son el objeto de estudio de este capítulo. La importancia de las huelgas de pescadores estriba en el hecho de que la marginalidad y la miseria laboral en la que vivía este sector fue el detonante para que otras cuestiones de igual o mayor trascendencia salieran a la luz. Así, por primera vez se cuestionaba en Almería el papel del sindicalismo vertical, cuya inoperancia se venía mostrando desde hacía mucho tiempo atrás, a la par que se mostró una amplia capacidad movilizadora por parte de los trabajadores de la mar en particular, y de la sociedad almeriense en general. Bajo el manto de todo este conflicto se escondían, además, intereses económicos ocultos. De hecho, la intransigencia mostrada por los armadores a la hora de ceder en que un pescador fuese patrón mayor se debía principalmente a la presión que recibieron por parte de los grandes vendedores de pescado. Éstos se negaban a que las vendedurías desaparecieran y, por tanto, a que la cofradía controlase una actividad que a ellos les reportaba beneficios muy significativos.
A pesar de que las consecuencias para los pescadores fueron bastante negativas, dado que muchos de ellos perdieron su puesto de trabajo, el gran éxito de estos conflictos radicó en la capacidad que mostraron para despertar la conciencia de muchos ciudadanos de Almería en torno a la necesidad de cambiar la sociedad, y de que la única solución posible a la situación política del momento pasaba por la democracia.