El autor parte de la idea de que los graves problemas por los que atravesaba la agricultura almeriense durante los primeros años de la transición a la democracia, como la exportación o la falta de organización del sector, fueron creando un sentimiento de unión de todos aquellos que vivían en torno a la agricultura. Estos, para defenderse de aquellos elementos perjudiciales para sus intereses, utilizaron el asamblearismo democrático o los canales sindicales que surgieron tras 1977, propiciando que la agricultura almeriense se fuera desarrollando de una manera imparable. Según Ferrer, el paradigma de esta confrontación fue la “guerra del tomate” de 1978 y 1979, donde la fórmula asamblearia y democrática sirvió para solucionar el problema que sufría la agricultura, por una parte, y contribuyó al aprendizaje de una novedosa cultura democrática en la provincia de Almería.
