A pesar del auge de las energías renovables, pocos recuerdan hoy que uno de los pioneros de la utilización de la energía solar en el mundo fue el ingeniero almeriense Federico Molero, exiliado en la Unión Soviética tras la Guerra Civil. Molero nació en 1908, hijo de un ingeniero militar que murió joven. En 1917 se fue a Madrid con su madre y allí estudió en el colegio El Pilar. Después cursó la carrera de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos con brillantes calificaciones y, ya de regreso en Almería, trabajó como ingeniero de la Diputación Provincial. Tras una breve militancia en el Partido Radical Socialista, mostró su adhesión incondicional a la causa comunista y se afilió al PCE en 1930. De carácter exaltado y poseedor de un nivel cultural y de unos recursos oratorios que marcaban diferencias con el grueso de militantes del partido, Molero acabó detenido en numerosas ocasiones por las fuerzas de orden público. Se casó con María José Bravo, hija del secretario provincial del PCE, Justiniano Bravo, y también militante comunista, con responsabilidades en el Socorro Rojo Internacional y en la Asociación de Mujeres Antifascistas. El artículo resume la biografía de uno de los principales científicos soviéticos en materia de energía solar.
Federico Molero. Sol Rojo
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