Al acabar la Guerra Civil más de 250.000 españoles fueron internados en campos de concentración y en cárceles. La cifra contrasta por lo abultado con los 12.000 presos existentes en el año 1933, caracterizado por una fuerte agitación social. Hasta 1940 no se bajó de los 200.000 reclusos y en 1945, más de 40.000 detenidos se seguían agolpando en las prisiones franquistas. Para hacer frente a semejante volumen de población reclusa, el nuevo régimen tuvo que crear o reformar numerosos recintos penitenciarios y llenar hasta los topes las que ya existían. Plazas de toros, campos de fútbol, edificios religiosos y hasta descampados tuvieron que convertirse en improvisados centros penitenciarios que no reunían las condiciones mínimas de salubridad. La cifra de campos de concentración pasó de los 180, entre los que se incluyen los campos provisionales creados para internar a los soldados republicanos.
Redimir la anti-España. Las cárceles franquistas de la postguerra
Hespérides
compartir
Email
Imprimir