La expresión quinta columna fue acuñada por el general Emilio Mola al hacer referencia a la ayuda que esperaba encontrar en el interior de Madrid cuando sus cuatro columnas alcanzaran la capital. El diario comunista Mundo Obrero dio carta de naturaleza a la expresión en un artículo publicado por Pasionaria en primera página el 3 de octubre de 1936. Desde entonces, la eliminación de la quinta columna se convirtió en una de las prioridades de los comités revolucionarios primero y de las instituciones republicanas después.
En la persecución del quintacolumnismo se encuentra también la clave de muchos de los excesos cometidos en el bando republicano. Al mismo tiempo la ola persecutoria contra los quintacolumnistas llevó a que los simpatizantes franquistas se organizaran y reforzaran su oposición a la política republicana, apoyándose unos a otros como forma de supervivencia y en espera de que amainara la represión.
En Almería, zona republicana hasta el final de la guerra, las actividades de la quinta columna consistían básicamente en transmitir información al bando franquista y boicotear la recluta de hombres para el ejército republicano. La quinta columna distribuía también dinero, víveres y ropa entre los que estaban ocultos y amparaba a personas perseguidas por la policía republicana por motivos políticos. Los emboscados consiguieron que algunos derechistas se pudieran pasar a la otra zona. A lo largo de 1938, los franquistas almerienses encontraron apoyo en el sindicato católico La Aguja, y en la denominada red Hataca, organización a las órdenes del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM). Hataca llegó incluso a organizar una milicia que se encargó del Socorro Blanco y de vigilar los centros militares republicanos.