El 12 de junio de 1937 el diario El Sol abría su edición con un enorme titular: «Ni Almería existe ni Hitler y Mussolini invaden criminalmente nuestra patria». El periódico mostraba así su indignación por la actitud de las democracias europeas ante el bombardeo de Almería por una escuadra alemana. Tras unas tímidas protestas iniciales, los gobiernos de Francia e Inglaterra pasaron página tras un ‘incidente’ que supuso una escalada en la tensión prebélica que se vivía en Europa. De nuevo las democracias europeas, temerosas de desencadenar un conflicto de dimensiones continentales, optaban por mirar hacia otro lado mientras Hitler continuaba su política agresiva. Al fin y al cabo ¿quién había escuchado hablar de Almería antes del bombardeo? Tras haber colocado a Europa al borde del estallido, la ciudad volvía a sumirse en la irrelevancia y, como denuncia el diario madrileño, casi en la inexistencia.
El secretario general de la Internacional Comunista, Georgui Dimitrov publicó, con motivo del ataque, un opúsculo titulado Las lecciones de Almería, en el que abogaba por la unidad proletaria frente al fascismo. Sin embargo las conversaciones con la Internacional Socialista desembocaron en las huecas declaraciones de rigor sin que se tomase ninguna medida concreta. El artículo repasa el fallido proceso de creación del Partido Único del Proletariado, que debía unir a PSOE y PCE así como los también fallido intentos de fusión entre la UGT y la CNT. Más allá de la retórica sobre la hermandad proletaria, las divisiones internas, que en ocasiones llegaron al enfrentamiento armado, fueron la verdadera ‘quinta columna’ del bando republicano.