La sublevación militar ocurrida en Melilla el 17 de julio de 1936 y extendida a la Península el 18, supuso el inicio del que quizás haya sido el conflicto bélico más sangriento y de mayor transcendencia en la historia de la España contemporánea, no solo por las miles de víctimas que produjo el enfrentamiento civil durante la guerra, sino también por las consecuencias del mismo, tras la finalización de los combates, con la cruel represión de los vencedores sobre los vencidos que llevó a una ruptura social que, en cierta forma, se mantiene aún en nuestros días. La confusión de los primeros días tras dicha sublevación y la incertidumbre sobre lo que realmente estaba ocurriendo, dio lugar a situaciones como la que aquí narramos, en la que un grupo de guardias civiles de los puestos de Abla y Fiñana, de la comarca almeriense del Alto Nacimiento, siguiendo las órdenes de su superior inmediato, el brigada Francisco Castillo Guijarro, adoptaron una postura que les llevaría a enfrentarse con civiles armados dispuestos a defender al Gobierno del Frente Popular y a la República, e iniciar una desesperada huida por las sierras de la comarca en un intento de unirse a los sublevados y en la creencia de que era la única forma de salvar la vida. En esta comunicación se relatan los hechos ocurridos entre el 22 y el 29 de julio de 1936 y sus consecuencias, finalizando con unas breves conclusiones.
El episodio de la Guardia Civil de Abla y Fiñana en julio de 1936
Jornadas La Guerra Civil Española 80 años después. Las investigaciones en la provincia de Almería
Almería, 9 y 10 de noviembre de 2016
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