Almería Semanal es una revista que se constituye en parte fundamental de la Transición en nuestra provincia, trascendental en cualquier análisis sobre el papel desempeñado por la prensa de Almería durante este periodo histórico. Su aportación no se queda en una mera narración de los acontecimientos vividos en el último cuarto de 1979, algo que hace de forma más fidedigna que cualquier otro medio, sino que va mucho más allá, ya que con sus artículos consigue influir en la sociedad almeriense del momento, totalmente desmovilizada, así como en la manera de ejercer el poder por parte de la autoridad gubernamental, todavía de corte franquista.
En este sentido, posiblemente la rapidez de acción por parte del gobernador en contra de la publicación se debió, en parte, a la falta de costumbre en recibir críticas directas y, por tanto, a estar sólo acostumbrados a narradores de la oficialidad. Es por ello que se puede tomar como la lucha ya sin ambages de ciertos periodistas, casi todos de una nueva generación, con distintas inquietudes y una mayor formación, por desarrollar su ideal profesional y a la par demócrata. La idea más precisa de lo que llega a suceder es la de choque generacional entre los profesionales de Almería.
Una de las líneas de trabajo marcadas por los que hicieron Almería Semanal fue la del desarrollo de la provincia, y consistió en entender su tierra como un todo heterogéneo que debía ser conocido por su ciudadanía, lejos del grueso de contenidos nacionales insulsos de la prensa oficial. Así, la revista forma parte de su tiempo, pero lo hace adelantándose e intentando arrastrar consigo hacia el fututo que se planteaba ya inmediato a una de las zonas más deprimidas de España.
La aparición del semanario se debe también a que lo requería la situación. Fue una necesidad que generó el cambio de mentalidad general que por fin empezó a llegar tímidamente a Almería. Así, ocupó un hueco existente y para cuando desapareció, a pesar de permanecer en los quioscos un poco menos de cuatro meses, había logrado romper las brechas que separaban a la prensa almeriense de la libertad de expresión, y a la sociedad de la provincia de la cultura democrática.
Como pruebas irrefutables de ello están los propios textos de sus páginas, que versaron sobre cuestiones hasta entonces impensables en una publicación, con variedad temática, valentía de exposición y sobre todo la sensación de haber perdido totalmente el miedo. Leyéndola se puede llegar a la conclusión de que Almería Semanal nació para desaparecer al poco, absorbida por las mismas circunstancias que la forzaron a aparecer.
Además de todo esto, se estableció un sistema de distribución potente y se cuidó mucho el aspecto final del producto. El diseño atractivo para el ojo garantizaba gran parte del éxito, por lo que no se escatimó el gasto en impresión con la introducción del color en algunas de las fotografías publicadas, o el recurso de las dos tintas para el grueso de páginas, sin olvidar que las portadas fueron de una calidad que roza lo artístico. Se procuró la información bien ordenada y estructurada, con distintas secciones que alternaban la carga de contenido político con otro más liviano.
Hay que añadir a lo expuesto que la revista se toma como una posibilidad de hacer negocio, concepto no demasiado arraigado en los medios de la Almería del momento. De hecho, se estableció una línea económica que tuvo como único sostén la publicidad. Pero ésta falló y el proyecto se asfixió y desapareció. La autoridad también evolucionó y en lugar de darle cierre por decreto actuó presionando para que se retirasen de las páginas de Almería Semanal los principales publicitados, con lo que la revista fracasaría sola a ojos de la opinión pública.
Almería Semanal, lecciones de democracia cada viernes
III Congreso Internacional Historia de la Transición en España. El papel de los medios de comunicación
Almería, 26 a 30 de noviembre 2007
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