Nuevos modelos culturales y la función dinamizadora del entorno institucional al final del periodo de transición a la democracia. Almería, 1983-1987

1975 es un año de vital importancia en la Historia contemporánea española. La muerte del general Franco abría un panorama nuevo y desconocido que cambiaría radicalmente el sistema político vigente. Pues bien, este año, fue muy probablemente el más cercano al estallido de una guerra que involucrara a España. Una guerra colonial para más señas. El proceso de autodeterminación del entonces Sahara Español se vio paralizado por las presiones, en sentido diverso, del Frente Polisario y de las potencias vecinas. Nadie quería una guerra para defender un territorio que se sabía habría que abandonar tarde o temprano. El inicio del proceso de transición a la Democracia con una guerra entre Marruecos y España, en una coyuntura de crisis económica internacional y con escasa relevancia internacional por parte española, podría haber sido muy diferente.
El Ejército tuvo que hacer frente a una serie de ataques terroristas, tanto del Frente Polisario como del pro-marroquí FLU. Además sufrió el constante hostigamiento por parte de unidades regulares marroquíes, llegando a intercambiarse fuego. Sin embargo, el Ejército supo no dejarse llevar por los sentimientos, “tascar el freno”, como diría gráficamente el Jefe del AEM, teniente general Vallespín, y aceptar con disciplina las órdenes del Gobierno de la nación, siempre tendentes a evitar el conflicto. Cediendo, eso sí, a las presiones norteamericanas, marroquíes y francesas, contrarias a la autodeterminación del Sahara y favorables a su anexión por Marruecos y Mauritania. Hecho que sería ratificado en los Acuerdos de Madrid de noviembre de 1975. El conflicto hispano-marroquí se había evitado, atrás dejábamos una promesa incumplida, un pueblo prisionero y el último  territorio ultramarino donde ondeó la bandera española.