Este capítulo, tras hacer un recorrido por las distintas interpretaciones que los historiadores han planteado sobre la Transición, pone especial énfasis en subrayar la visión existente, y muy generalizada, que entiende el proceso como perfectamente organizado, modélico, incluso exportable, con atención prioritaria a los actores individuales frente a los movimientos sociales. En el texto, se destacan autores que han impulsado estas interpretaciones «canónicas» de la Transición, aunque, como se puede comprobar en los argumentos que se incluyen, el proceso democratizador se caracterizó más por las improvisaciones y por las incertidumbres que por la planificación y la estabilidad.
La Transición a la democracia: una perspectiva historiográfica
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