Durante el periodo de entreguerras los dirigentes políticos de los Estados Unidos de América se enfrentaron a un desafío nuevo y amenazador: la manipulación de las masas mediante las técnicas de la propaganda. Durante la Gran Guerra el presidente Wilson había instituido el Committee on Public Information, el primer aparato institucional de propaganda de la historia del país, cuya labor había provocado una profunda inquietud en la sociedad. Tras el fin del conflicto, el miedo a la manipulación de la opinión pública se incrementó. Especial preocupación generaron las actividades de los propagandistas de los movimientos políticos radicales (bolcheviques, fascistas, nazis, etc.) de las grandes corporaciones privadas (empresas de la energía, de las armas, del cine, etc.) y de los mismos dirigentes políticos (responsables de los departamentos gubernamentales, de las agencias ejecutivas, etc.). Ante la creciente ansiedad popular, las instituciones ofrecieron respuestas contundentes. Aparatos como la Bureau of Investigation y la Inteligencia Militar aumentaron el nivel de vigilancia y represión, estableciéndose además numerosos comités de investigación sobre propaganda en el Congreso de Washington D.C. y en diferentes asambleas estatales (California, Nueva York, etc.) La presente tesis doctoral ha reconstruido el mecanismo que, durante el periodo de entreguerras, explica los cíclicos procesos de nacimiento, auge y ocaso de los fenómenos de delirio colectivo alrededor de la amenaza de la propaganda. Para ello se han analizado y contextualizado una gran diversidad de fuentes documentales de la época, que han sido recolectadas en las sedes de Washington D.C.,College Park (Maryland) y San Bruno (California) de la National Archives and Records Administration, en los New York State Archives (Albany) y en los California State Archives (Sacramento).
En las conclusiones se da cuenta de los múltiples factores que convertían las ansiedades justificadas por la manipulación de las masas en brotes de irracionalidad colectiva. Entre esos factores destaca la sensación generalizada de indefensión que se originaba durante coyunturas históricas caracterizadas por fuerte tensión social (el Primer Temor Rojo y la Gran Depresión), la acción irresponsable de políticos ávidos de popularidad, y la complicidad de medios de comunicación especializados en la elaboración de campañas mediáticas sensacionalistas. Numerosas eran también las razones por las que los delirios acababan extinguiéndose con asombrosa rapidez. Un papel significativo lo jugó el rechazo que provocaban los métodos inquisitoriales empleados a menudo por congresistas y funcionarios del poder ejecutivo, comportamientos del todo ajenos a la cultura democrática estadounidense. Otro factor importante fue la frustración de las expectativas que dichas actividades acababan generando a largo plazo, debido a la imposibilidad de prohibir la propaganda por la vía legislativa (ya que las leyes de sedición eran, en tiempo de paz, incompatibles con las libertades constitucionales).
Investigar la reacción al fenómeno de la propaganda de los políticos estadounidenses del periodo de entreguerras es particularmente relevante en una coyuntura histórica como la actual, en la que la cuestión de la manipulación de las masas domina el debate público. Determinados problemas que perturban a la sociedad contemporánea fueron afrontados por primera vez en el periodo de entreguerras. El análisis de las dinámicas que condicionaron entonces la reacción al desafío de la propaganda por parte de la clase política puede ser muy útil para poder comprender de dónde vienen nuestras inquietudes y convicciones sobre la cuestión de la manipulación de la opinión pública, al igual que puede sugerirnos nuevas formas de afrontar dichos desafíos en nuestro presente.