La agricultura intensiva almeriense se encontró tras la dictadura con una importante variedad de problemáticas que amenazaron la supervivencia del sector. Los mecanismos que gestionaban las exportaciones agrícolas, heredados por la democracia, se mostraron ineficaces a la hora de ofrecer una salida a la producción hortofrutícola. Además, los desmanes de los agricultores franceses en la frontera, destruyendo los productos agrícolas españoles, mostró la incapacidad del Estado en las relaciones con la CEE.
Durante la década de los setenta se asistió a un acelerado desarrollo de la agricultura intensiva y del sector turístico, ambos sectores con una importante necesidad de recursos naturales, como la arena de playa o los recursos hídricos. La deficitaria gestión de estos elementos llevada a cabo durante la dictadura, provocó a la postre importantes conflictos entre ambos sectores económicos. Asimismo, la gestión del agua de riego y la falta de implicación estatal, provocó una importante presión de los acuíferos que fueron declarados sobreexplotados en 1984.