
Durante la década de los setenta se asistió a un acelerado desarrollo de la agricultura intensiva y del sector turístico, ambos sectores con una importante necesidad de recursos naturales, como la arena de playa o los recursos hídricos. La deficitaria gestión de estos elementos llevada a cabo durante la dictadura, provocó a la postre importantes conflictos entre ambos sectores económicos. Asimismo, la gestión del agua de riego y la falta de implicación estatal, provocó una importante presión de los acuíferos que fueron declarados sobreexplotados en 1984.