La mirada oblicua en el Reino de las Sombras

LibEn la experiencia fílmica parece manifestarse una necesidad completiva del efímero decurso vital del ser humano. De lo no vivido, que precisa ser experimentado, y de lo vivido, que busca ser recreado; de lo imaginado, que anhela una vivencia más cercana, y de lo nunca imaginado –y por ello sorprendente– que ahonda las perspectivas de la mente y la abre a dimensiones inexploradas de la realidad. Quizás habríamos de tomar en consideración la existencia de una disfunción, tal como apuntan algunos exploradores de la mente, cuando refieren la existencia de dos circunstancias que determinan la personalidad humana. El individuo, en su comportamiento, estaría condicionado por la búsqueda de un ideal del yo: aquello que uno desea ser y que es el referente permanente en sus actuaciones. Asimismo, por el juicio que esta conducta induce en sus semejantes; es decir, la forma en que ese yo se integra en su entorno social y cómo es asimilado este juicio ajeno que retroalimenta la percepción de uno mismo. Si extrapolamos esta configuración al comportamiento del homo videns podemos llegar a la conclusión de que la experiencia fílmica puede funcionar como un recurso social más que fija ese yo ideal con el que el espectador se identifica, hacia el que proyecta su experiencia vital y del que recibe referencias válidas de comportamiento.

Diputación de Almería, Área de Cultura y Deporte

106-121

compartir

Email
Imprimir

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Utilizamos las cookies estrictamente necesarias para el correcto funcionamiento de la web. Puede obtener más información acerca de las cookies en nuestra política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies