Hasta qué punto los medios de transmisión de información predominantes en cada época determinan a las sociedades que los han promovido es un tema de discusión habitual en los estudios sobre comunicación. Una de las reflexiones recurrentes que ha acompañado el desarrollo de los medios masivos a lo largo del S. XX ha sido sobre la capacidad de éstos para crear realidad. No sólo en el sentido de orientar el pensamiento y la mentalidad de los receptores en una dirección determinada sino, yendo mucho más allá, sobre su capacidad como herramienta de construcción de dicha realidad, limitando y determinando las fronteras del conocimiento del ser humano. La pregunta, a este respecto, quizás sería: ¿se puede conocer lo que no se puede comunicar?