Este artículo destaca el 28 de octubre de 1982 como una fecha que simboliza el final de la transición: la victoria del PSOE suponía que era posible la alternancia política y, sobre todo, era la primera vez que una organización procedente de la legitimidad democrática de la II Republica y de la oposición al franquismo, alcanzaba el poder tras la guerra. Además de este cambio gubernamental, para entender concluido el proceso de transición hay que acudir a otros acontecimientos: aprobación por referéndum de una Constitución elaborada por unas Cortes democráticas; fracaso del involucionismo franquista reflejado en los sucesos del 23 F; extensión de la democracia a los municipios con la actuación de las corporaciones elegidas en 1979; y lo que a veces se olvida: a finales de 1982 estaba prácticamente ultimado el mapa autonómico. Y destaca este hecho porque la transición española se caracterizó por alcanzar un régimen parlamentario de libertades políticas, pero también por transformar las estructuras del Estado desde las concepciones centralistas del franquismo hacia un sistema basado en la autonomía de nacionalidades y regiones.