El presente capítulo tratará de examinar, con los instrumentos de análisis propios del oficio del historiador, la génesis y el desarrollo de lo que hoy en día llamamos conflicto palestino–israelí. Para ello, se realizará un análisis diacrónico –desde los primeros episodios de discordia del siglo XIX hasta la violencia del presente– y otro sincrónico, contextualizando las dinámicas específicas de cada fase histórica del conflicto dentro de los procesos que se estaban desarrollando entonces a nivel regional y global.Otro desafío fundamental es el de lograr distinguir entre la «realidad histórica» y los «relatos sobre la historia» que han sido construidos en las últimas décadas por los nacionalismos israelí y palestino. La finalidad no es la de deshacernos de los relatos para quedarnos únicamente con los llamados «hechos comprobados». Al contrario, en el contexto de los conflictos intergrupales, los «relatos sobre la historia» constituyen los pilares mismos del sistema de creencias de quienes toman las decisiones a todos los niveles, desde los dirigentes más poderosos a los ciudadanos más humildes. Si el objetivo es el de entender las dinámicas subyacentes al conflicto, el historiador debe necesariamente estudiar las distintas formas de «sentir la historia» de individuos y colectivos que, con sus hábitos y decisiones cotidianas, escriben cada día el porvenir de paz, o de violencia, que marcará las vidas de las futuras generaciones.
Por último, trataremos de rescatar del silencio de los medios de comunicación –y del olvido de la historiografía– los innumerables actos de cotidiana cooperación que, día tras día, caracterizan la realidad de colectivos que, en los relatos belicistas del nacionalismo, se describen como permanente e irremediablemente enfrentados. En un momento histórico en el que los espectros del antisemitismo y de la islamofobia reaparecen con fuerza en distintos continentes –explotando a menudo los «relatos del odio» del conflicto del Próximo Oriente– este capítulo se escribe desde la convicción de que la Historia puede convertirse en una valiosa herramienta al servicio de quienes trabajan para la resolución de los conflictos.