La historia de la teoría de la comunicación (o teorías, como prefieren algunos autores) ha sido deudora de un contexto social específico en el que primaron alternativamente intereses propagandísticos, sociológicos o meramente tecnológicos. Tal como plantea Rodrigo Alsina desde un principio, el rango de manifestaciones que puede ser considerado desde el ámbito de la comunicación contradice su constreñimiento a cualquier disciplina. Por el contrario, el vertiginoso desarrollo tecnológico de las últimas décadas impele al investigador avezado a una perspectiva dúctil de su objeto de estudio. Abordar la interpretación del “espíritu de la época”, en palabras del autor, ayudaría a entender la realidad cultural y el contexto social en el que surgen los distintos intereses normativos; su evolución, sus logros y sus carencias. Es en este punto en el que estima la necesidad de diferenciar dos conceptos, “objeto de estudio” y “campo de estudio”; referido el primero a la realidad que va a ser estudiada, y el segundo al objeto sometido a los procedimientos de investigación.
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