La Transición como acontecimiento de ámbito nacional tuvo su traducción local en los pueblos y ciudades, donde la gente irrumpió en la calle en un clima de creciente libertad. La democracia comenzó a ser visible para los ciudadanos cuando ellos mismos se vieron en las calles y en los ayuntamientos, el espacio político más próximo al ciudadano. Con las elecciones municipales de 1979 quedaron atrás los concejales franquistas, entendidos como delegados del poder central, y comenzaron a abrirse paso unos munícipes más cercanos y unos plenos que pretendían ser de puertas abiertas. Contribuían así los ayuntamientos a la socialización de la democracia. Adolfo Suárez guardó la precaución de convocar antes elecciones legislativas (1 de marzo) que municipales (3 de abril), sabedor de que los sondeos auguraban resultados más favorables para la izquierda en los comicios locales que en los generales.
Paralelamente, se fue desarrollando la construcción del Estado de las Autonomías, que tuvo un recorrido complejo desde los maximalismos iniciales existentes en el momento de la muerte del dictador, pasando por la tentación de volver al modelo asimétrico de la II República, las distintas vías reflejadas en la Constitución de 1978 y la estructura que finalmente quedó, más determinada por la realidad política que por cualquier intento planificador.
Esta obra, integrada por 54 capítulos que reflejan la complejidad del proceso de transición a la democracia, está organizada en siete apartados:
I.- Autonomías en la España constitucional
II.- Municipios y elecciones locales
III.- Sociedad y movimientos vecinales
IV.- La mujer en las instituciones democráticas
V.- Educación, cultura y desencanto
VI.- La perspectiva exterior en el proceso transicional
VII.- Exilio, memoria, historiografía y usos públicos de la Historia