Este texto profundiza en la evolución de las políticas y acciones sociales durante el periodo de transición a la democracia. Su originalidad reside en el hecho de enfocar esta evolución desde abajo, es decir, desde el plano de los agentes sociales, tanto los más tradicionales, como sobre todo la figura de las trabajadoras sociales. De hecho, la profesionalización de las entonces aun asistentes sociales, se produjo en estos años, a la par que se estaba forjando un nuevo marco legislativo que enfocaba la política social del Estado desde un punto de vista democrático. En ese sentido, una de las cuestiones de las que se ocupa el texto es la evolución y adaptación del trabajo de los agentes sociales a esa nueva realidad política. Así podemos ver cómo los antiguos y nuevos actores trabajaron conjuntamente para continuar dando soluciones a las problemáticas más acuciantes del país, aunque en el fondo hubiese una concepción ideológica de la acción social muy divergente. Por otro lado, también se puede comprobar cómo algunas trabajadoras sociales se unieron a las reivindicaciones sociales a la vez que participaban activamente en la configuración de la política social pública, lo que justifica que se les pueda considerar agentes activos del proceso de democratización. Esta constatación adquiere una mayor relevancia debido a la dimensión local del estudio, ya que nos demuestra que el complejo proceso de transición, que fue más allá de los meros cambios legislativos, se dio en ámbitos y espacios muy diferentes, y fue una construcción a multinivel y que en ningún caso fue unidireccional, desde los poderes ejecutivos hasta las bases.
