Almería contó durante la transición con un periódico de la red de medios de comunicación del Movimiento. Primero con el nombre de Yugo hasta que en la década de los años 60 cuando fue sustituido por el de La Voz de Almería. Propiedad del Estado y, posteriormente, vendida a la empresa privada en la década de los 80, la cabecera almeriense afrontó en 1977 el reto de informar de las primeras elecciones democráticas al Parlamento y al Senado de España.
Fue cuando menos curioso que en sus páginas se cruzaron informaciones con protagonistas como la Sección Femenina, el Partido Comunista de España, el Jefe Provincial del Movimiento o los primeros balbuceos de la autonomía andaluza. En medio de esta transición, La Voz de Almería ofreció a sus lectores durante los meses de mayo y junio de 1977 información de la campaña electoral y del proceso que el gobierno de Adolfo Suárez había precipitado. ¿Qué papel jugó la cabecera del Estado? Debido a la voluntad demostrada por los periodistas que trabajaban en este medio de no apoyar al antiguo régimen, las opiniones de los partidos políticos se abrieron paso en sus páginas.
Fue también significativa la irrupción de la política en La Hoja del Lunes, el periódico que publicaba en ese tiempo la Asociación de la Prensa de Almería el primer día de la semana, y que era impreso en los talleres de La Voz de Almería. En este caso el medio tuvo una visión más llamativa para la ciudadanía, ya que a través de sus páginas los ciudadanos almerienses vieron los primeros anuncios electorales después de más de tres décadas de partido único.
Además de mostrar el impacto que provocó este nuevo panorama informativo en la sociedad almeriense, este trabajo incluye un análisis exhaustivo de los diferentes lemas de campaña y la forma en que cada partido político se dirigió a los lectores a través de La Voz de Almería y La Hoja del Lunes. Se trata de la primera vez desde principios de los años 30, en que los hasta entonces ilegalizados partidos políticos se dirigen a toda la población. El lenguaje no fue combativo ni continuista con la situación que alteró la Guerra Civil, en el caso de los partidos de izquierdas, ni atemorizante en los de derechas, lo que da muestra de una contención en los gestos.